¿Tienes hijas/os?

Tenemos que distinguir entre los dos estados jurídicos que se conceden sobre las hijas y los hijos:

  • La guarda y custodia se otorga a ambos progenitores, o a uno solo en caso de que solo haya un progenitor reconocido, desde el momento del nacimiento. Se refiere al cuidado diario y supervisión del menor, lo que incluye todas las actividades que se realizan cuando el hijo o hija vive en casa, como alimentación, higiene, salud y afecto. En caso de que los progenitores estén separados o divorciados, estas responsabilidades se distribuyen entre ambos, y cada progenitor debe cumplirlas cuando el niño o la niña esté bajo su cuidado.
  • La patria potestad es el conjunto de derechos y responsabilidades que los padres tienen sobre sus hijos e hijas menores de edad que no se han emancipado. Incluye la toma de decisiones importantes relacionadas con la educación, salud y bienestar general de los menores. Por lo general, se comparte entre ambos progenitores, incluso tras una separación o divorcio, a menos que un tribunal determine que uno de ellos no es apto para ejercerla. Retirar la patria potestad a uno de los progenitores es un proceso complejo que solo ocurre en casos de falta muy grave y demostrable en el cuidado de los hijos e hijas.

¿Qué consecuencias tiene la Violencia de Género en las niñas y niños?

Existe una fuerte conexión entre el maltrato infantil y la violencia de género, como se señala en el último informe de la Delegación del Gobierno contra la violencia de género. Según este informe, del total de mujeres que han sufrido maltrato físico, sexual o amenazas por parte de sus parejas o exparejas, el 63,6% de sus hijos e hijas fueron testigos de estos abusos. De esos casos, el 92,5% indican que los/as menores tenían menos de 18 años cuando presenciaron los hechos.

Las niñas y niños que son hijos e hijas de víctimas de violencia de género también son víctimas. El abuso directo no es la única forma de maltrato infantil; ser testigos de la violencia hacia su madre también les deja secuelas tan graves como las que dejaría un golpe físico. Cada vez se reconoce más que la exposición de los menores a situaciones de violencia de género contra sus madres constituye una forma específica de maltrato infantil.

La exposición de las niñas y niños a este tipo de violencia genera efectos similares a los que produce el maltrato directo, como problemas emocionales de internalización (miedo, aislamiento…) y de externalización (agresividad, comportamiento disruptivo…).

Hay una relación clara entre la exposición a situaciones de violencia y diversos problemas en los niños y niñas, tales como un desarrollo académico más deficiente, mayores dificultades para integrarse en la escuela, la percepción de relaciones interpersonales negativas entre compañeros/as, una autoestima más baja, problemas de salud tanto física como mental e incluso un incremento en el consumo de drogas o en el uso problemático y riesgo de adicción a internet y redes sociales.

Trabajar con niños/as que han sido víctimas de violencia de género es un desafío. Es importante considerar que han crecido en un entorno que no solo justifica o permite la violencia, sino que también la vive y la sufre, sobre todo en sus relaciones más cercanas. Para ellos/as, su madre es vista como una víctima y su padre como un agresor, en lugar de percibirlos como figuras protectoras. Esto influye en su forma de socializar y tendrá consecuencias a largo plazo.

Romper este ciclo requiere la intervención de profesionales capacitados que les enseñen que la violencia no se limita a la agresión física, sino que también incluye el miedo, la humillación, el abuso de poder, la intimidación, entre otros aspectos. Es fundamental que estos profesionales trabajen de manera empática, sin presionar a los menores, permitiendo que ellos/as mismos/as vayan saliendo poco a poco de su burbuja de protección y expresen lo que sienten y piensan. La labor no consiste en revivir los momentos dolorosos ni en pedirles detalles sobre lo sucedido en su hogar, ni mucho menos en juzgar a los padres con comentarios como “tu madre debería haber denunciado” o “él irá a la cárcel”. Nuestro objetivo es ayudarlos a superar una situación extremadamente difícil, no profundizar en el sufrimiento que ya han experimentado.

Su atención debe ser integral, teniendo en cuenta una perspectiva de género y de derechos. Solo de esta manera podremos, no solo ayudarlos a superar lo vivido, sino también garantizar que se conviertan en adultos/as que rechacen la violencia en todas sus formas.

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